Es normal que dentro del ámbito laboral enfrentemos continuamente situaciones que nos generen estrés y frustración.
En definición, la frustración es un estado emocional que se desencadena ante acontecimientos que causan la reducción o supresión inesperada de reforzadores. Es decir, cuando no tenemos la capacidad de satisfacer nuestros deseos y necesidades personales.
Desde que somos niños, vamos enfrentando situaciones que nos generan frustración; y al mismo tiempo, vamos desarrollando herramientas que nos permitan hacer frente a esta emoción. A esto se le llama tolerancia a la frustración.
A lo largo del crecimiento, algunas personas no son capaces de desarrollar dichas herramientas, por lo que enfrentan las situaciones de frustración con sentimientos exagerados de angustia, depresión, hostilidad o ansiedad.
Aquellas personas tienen una baja tolerancia a la frustración, y al enfrentarse a situaciones complicadas, o que no satisfagan sus necesidades pueden llegar a maximizarlas.
Dicho esto, las empresas buscan trabajadores que tengan la posibilidad de hacer frente a las situaciones complicadas que se les presenten dentro del trabajo. Y que al mismo tiempo, puedan resolverlas.